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¡Oh! ¡Quiero ser crítico! (art.)

 BREVES APUNTES SOBRE LA CONFERENCIA DEL PROFESOR ANSELMO:

“Quiero ser crítico literario”.

“¡Ah!  ¡Leo y entiendo!
Pues bien, esto es ser "crítico": criticamos para extraer algo provechoso de una obra literaria. Pero… ¡ay del provecho! A unos les gusta la fruta hallada, a otros, no: (Rebusco un latinajo para dar aire cultivado) “casus belli”, causa de discordia.
Como el fruto de la crítica se lo va a comer el que  la realiza, ya que, al fin y al cabo, cada persona no es sino el resultado de su preparación y sus experiencias, y como sus herramientas de  trabajo son los aprendizajes que ha interiorizado y que determinan su manera de pensar, pues que… otras personas podrán compartir ese postre o no: y sólo el postre en el que todos confluyan, del que todos gusten, y al que cada uno haya llegado por propio descubrimiento, será el postre bueno: ¡Ummmm!”
Tras esta resumida introducción, el profesor Anselmo, pasó a perorar sobre unos principios metodológicos (insistió en que no nos obsesionáramos con ellos) que el buen crítico debe obedecer estrictamente. Más o menos, serían estos:
1 Siempre que leemos o nos enfrentamos a una obra literaria en cualquiera de sus posibilidades de realización ( representada, sonora, etc.) con alguno de nuestros sentidos, hacemos crítica: o nos gusta o no nos gusta.

2 Nuestras conclusiones pueden ser acertadas o no. Y podemos cambiar de opinión. Para nosotros son las válidas, pero serán las correctas solamente en la parte de coincidencia absoluta con todas las de los demás. ¡Ah! ¿Eh?

3 Podemos adquirir herramientas para mejorar nuestro trabajo. El que no sabe nada puede seguir sin saber nada y su opinión no será desechada, porque también tiene derecho a tenerla; pero si quiere poder argumentar con un poco más de conocimiento, puede empezar consultando alguno de los múltiples manuales de iniciación que existen (p.e. “Cómo se comenta…” de Lázaro Carreter o cualquier otro); luego se puede echar una miradita a un diccionario de métrica (el  de Caparrós u otro). Se va leyendo todo lo que se pueda, se sigue leyendo más y así, sin darnos cuenta, nos vamos conformando como lo que queremos ser: un pico que rompe la roca literaria para extraer los diamantes de la idea que esconde.

4 Anotad mientras leéis. Luego tendréis muchos apuntes, que se pueden  releer para guardar o tirar. Comparando notas, siempre se realizan agradables  hallazgos; unos autores están en otros. Y así, ¿hasta dónde?

5 Y tened siempre presente que no todo lo que haga un autor que ha hecho algo importante va a ser bueno. Sed escrupulosos y estrictos al juzgar, pero suaves al aplicar vuestra conclusión.

6 Y también que hay obras que no parecen buenas la primera vez que se contacta con ellas; que pueden mejorar en un segundo acercamiento o incluso convertirse en imprescindibles, en sucesivas lecturas (o lo que sea). Aquí apuntó a la primera aproximación que se tiene en nuestro país al Quijote, en edad escolar: “Uf”. Leído con madurez y de un modo reiterado, es una fuente de agradables sorpresas literarias inconmensurable: ¡guau! ¡La de ejemplos que nos dio!

7 Las verdades esenciales son inmanentes al hombre, siempre están en él, pero se manifiestan de diversas maneras, de acuerdo a diferentes circunstancias temporales y culturales. Así un hombre peludo de hace 6.000 años es, en esencia humana, igual a un hombre de hoy. Sólo cambia su cuerpo.

8 Y acabó de formular sus principios asegurando que por los detalles, al igual que se conocen los hombres, se conocen las obras (“In parvis operas cernimus”, o algo así, dijo).

Cuando se marchaba, alguien preguntó:
-Profesor, pero… ¿y la sonoridad, y el ritmo, y la entonación…?    - Y su contestación, en decrescendo, mientras abandonaba la sala fue:
- ¡Elucubraciones! Imaginad que todo fuese apariencia…Todo muy bonito, ¡todo cataclísmico! ( Aunque como esta palabra no sé si existe y ya, con el murmullo, se oía poco, quizá dijera:”¡catacrésico!”)

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